sábado, 23 de mayo de 2009


Bus de retorno.
Situación:
Vuelvo sola, vestida de largo, descalza, me siento en el reposa-bultos del bus.
Siento que me miran, miro, juegan a despistarme.
Me distraigo, vuelvo a sentirlo.
Sí, me miran, ahora yo también lo miro.
Sonrío, sonríe, se acalora, se sonroja, sonríe y mira al suelo.
Me río, lo miro, me miro en el cristal de enfrente, miro la calle.
Escucho:
"Oye ¿cuál es nuestra parada?"
"Tú bájate en ...inaudible... yo me bajo donde me diga esta chica", me señala.
Sonrío, se vuelvo rojo, sonríe, nervioso busca la barra del bus, mira al suelo, al techo, me mira, me río, se ríe.

Alguien empieza a hablarle, él me busca, entra gente, se para el bus, se baja y a gritos me pide que me baje, lo intento, no puedo.
Mierda.

Me bajo, retrocedo toda la avenida, no está.

Manos a la obra.
¿Dónde estás?

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