jueves, 3 de septiembre de 2009

Nos encanta jugar, mirarnos disimuladamente, insinuarnos sin hablar. Sentados en cualquier bar te paso mi ropa interior bajo la mesa. Te atreves con tu mano, juegas con la mía en secreto, pellizcas mis piernas, te muerdes los labios. STOP.


Camino hacia algún lugar aún por determinar nos paramos en uno de los 112 puentes de la ciudad, me asomo, la ciudad se dibuja en la superficie del Odra y tú te agarras a la baranda rodeándome por detrás, siempre sin hablar, me muerdes el cuello, empiezas a apretarme contra tí y o empiezo a convulsionar, gimo, te susurro lo que deseo. Te excitas, casi me atrevo a besarte. STOP.

Me encanta sentir el agua recorriéndome desnuda, invade rincones que desconoces, me acaricia como tú aún no te atreves a hacerlo. Salgo. Has hecho desaparecer mi ropa, las toallas; y te encuentro desnudo, me sonríes, sobre la cama. Me excita la situación, me perturba el límite. Goteando me acerco a tí y me siento encima tuya, estás, estoy, excitado, excitada. Reímos, pienso en cómo sería besarte, piensas cómo sería besarme, nos miramos, susurro, te excitas, me buscas, te busco y casi si nquerer nos besamos furtivamente, jugamos a sufrir. STOP.

JUGUEMOS.

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