Así se llama, ella no lo sabe, no le importa.
Un mar de sangre, llantos, gritos, sonrisas, bromas, gracias y aplausos.
Serenidad.
Mi primer niño. Perdón, niña.
Aún sigo sin explicarme como eso puede haber salido de ahí.
Se me aleja todo atisbo de maternidad, tras un momento veo el estado "mundo paralelo" entre madre e hija...ni rastro del dolor.

Día extra el sábado, alguien grita, mucho, al fondo, subo corriendo las escaleras casi desnudándome, en esta planta lloran todos los niños de las incubadoras, bonita orquesta.
Me voy.
Y, mientras me siento en el tranvía, me pongo los cascos, miro por la ventana y pienso en lo curioso que es todo, lo que me rodea y lo que no.
Entonces me doy cuenta.
Me llega un sms y una lágrima se atreve a lanzarse al vacío maquillado de mi mejilla.
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