domingo, 13 de diciembre de 2009

Cuando juegas con fuego, el hielo que sujetas entre tus labios, tarde o temprano, se derrite y te acabas quemando. Ardes, arrasas, destruyes. Te consumes.
Es fácil jugar, es fácil pecar, es fácil mentir, es fácil de ocultar.
Si me pesa más la mala conciencia que la mala idea por algo será, o eso espero.
No me busques si a lo que más temes es encontrarme pues siempre tengo ganas de luchar y ahora me muerdo la lengua y los labios, me ato las manos y me sello la boca, para no pecar, para no besar y rozar el alivio prohibido de la venganza impuesta por el reto.
No lo hagas, no quiero encontrarme traicionando a mi orgullo, mi respeto y tampoco a tí.

Mentiría si te dijera que hoy dejé de pensar en tí, te dejé en mi imaginación, por tu bien, por mi paz, y proponía ser la amante sentimental y corporal de cuando en cuando de ese ente que me transita día tras día desde hace ya casi cuatro años, y disfrutar, seguir pecando mientras me adoran y no dejo de adorar a la misma persona, sólo que tras una distancia insalvable a excepción de los hoteles...

Trop à penser, peu à faire.


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