Y así hoy me despido de tí, o al menos lo intento, puede que dentro de unos años, como ya ocurrió, te enseñe lo que ahora te escribo, será quizá buena señal, ahora he de decirte Gracias y espero que hasta pronto, pues yo intentaré esperar.
Algo que no he de pedirte, la espera. Cruel y egoísta.
Por eso te dejo marchar.
Gracias, una y mil veces.
Y me cuesta cerrar tu puerta y tirar tu llave, y dejarte ahí, atrás, pero quizá sea lo mejor para los dos.
Esta mañana huí, y me dolió, los cien km por hora intentaban limar las asperezas del adiós, del dolor, intentaban borrar los recuerdos, los gestos, tus manos en mis muslos, tus labios cálidos, carnosos, suaves, húmedos, sobre mi cuello, sobre mi espalda.
Pero aún no lo han conseguido.
Adiós no obstante, aunque sigas aqúi, en mi recuerdo, dentro de mí.
lunes, 27 de julio de 2009
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