viernes, 3 de julio de 2009

Él la miró, otra vez, y sacó de su saco un croissant.
Y a modo de cuarto menguante se lo ofreció.
Pero ella estaba cansada de lunas y de noches y rechazándolo le dijo,
-Es que me acabo de tomar un chicle de hierbabuena.

A veces las historias de amor son breves, pero intensas y no necesitan ser melosas.

Tentación de escribir mi número en una estrella y dejártelo entre las botellas y la aritmética.
Era mi última oportunidad, aunque tú no lo sepas.
Gracias.
También por haberme buscado, haberte sentado, haberme mirado, haberme seguido y haberme añorado al marchar.

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