martes, 25 de noviembre de 2025
Como quien manda un mensaje, en el último trozo de papel que guardaba atesorado bajo la ropa interior mojada, dentro de la última botella de la penúltima isla desierta que habitamos. Llegará, a tus manos, un recuerdo más.
¿Cuántas manos te han tocado? Nunca han sido las mías, en ningún punto de la historia, ni de la nuestra, ni la de la humanidad. Las pieles, necesitadas, se han visto obligadas a esquivarse, a alejarse y me pregunto ¿alguna vez vuelves a pensar en mí?
domingo, 9 de noviembre de 2025
Insomnia
Las noches son cada vez más cortas. La reparación neuronal se ha visto afectada, interrumpida de forma incesante en los últimos años.
El tiempo que me queda está invertido en palabras técnicas, en rutinas, en segunderos martilleantes que rebobinan en fastforward y me van trasladando a lo largo de las semanas, meses y a veces, años.
Disfruto de las cosas sencillas pero reconozco la niebla ruidosa que se cuela entre los espacios sinápticos, bloqueando estímulos, obnubilando el sentido para que deje, de alguna forma, de sentir.
Cada vez me parezco más a ti.
Quiero salir de ese café.
MARTE
Hay un piloto rojo encendido en el panel de control.
Parpadea, como los ojos cansados más allá de la medianoche.
¿Hay alguien ahí?
Llegan descargas eléctricas, ondas electromagnéticas, señales, que se traducen en dígitos, símbolos, letras de otros abecedarios. Palpitaciones, casi al ritmo que golpean mis dedos el teclado. ¿Estás ahí?
Puedo imaginarme como se empaña el cristal de tu escafandra, como lo haría si la llevaras, pero sí que me imagino como has empezado a sudar, incrédulo.
Llegan descargas eléctricas, ondas electromagnéticas, señales, que se traducen en dígitos, símbolos, letras de otros abecedarios. Palpitaciones, casi al ritmo que golpean mis dedos el teclado. ¿Estás ahí?
Puedo imaginarme como se empaña el cristal de tu escafandra, como lo haría si la llevaras, pero sí que me imagino como has empezado a sudar, incrédulo.
martes, 2 de junio de 2020
¿Hay alguien ahí?
Mentiría si dijera que no he vuelto a pensar en ti nunca, pero es como si dentro de mi cabeza sonara todo el rato música disco a todo volumen y no me dejara regodearme en ese pensamiento, en los recuerdos. Es martes, pero podría ser cualquier otro día y no sabríamos cual es la diferencia, van pasando uno detrás de otro, como los años. Creía haberte mandado un correo electrónico hace ya quinientos veintisiete días, muchos martes sí, digo creía porque hoy me he atrevido a comprobar que nunca se envió, y quiero pensar que es por eso que sigue estando vacía la bandeja de entrada de una dirección que es sólo nuestra, tuya y mía, y no porque hayas decidido dejar de contar días en esa vida que decidiste llevar.
Hace uno o dos martes mientras conducía a la vuelta del trabajo me imaginaba llamándote con el manos libres a la Universidad, me ponía nerviosa pensando en la voz de tu secretaria preguntándome a quién buscaba y quién era yo. ¿Quién soy yo?¿Soy Lo? ¿Lola? ¿el nombre que aparece en mi carnet de identidad?, dudaba que si me presentaba como Lo, Lola, no cayeras en quién habría detrás del teléfono y que si decía mi nombre real quería pensar que las fibras musculares de tu estómago se iban a contraer, aunque fuese ligeramente, pensando en la posibilidad remota de que fuera yo realmente. Decidí en mi imaginación que iba a ser una estudiante más en busca de un proyecto de investigación más, no sabía qué inventarme y mucho menos qué iba a decirte, pero empecé a sudar y a tener palpitaciones, como si la última vez que nos vimos no hubiese ocurrido y aún fueras el que recordaba paseando por Montjuic. Mientras imaginaba la excusa que iba a buscar se abrió la puerta del garaje y la falta de cobertura ayudó a esfumar esa idea.
No es la primera vez que te busco en mi memoria y fuera de ella, releo los correos, las historias, intento recordar las que se han perdido en la red.
Sólo espero que hayas conseguido sonreír, sin banalidad, con calidez, ojalá haya más de una carcajada, más de una caricia que te erice la espalda.
(Vuelve la música disco)
Hace uno o dos martes mientras conducía a la vuelta del trabajo me imaginaba llamándote con el manos libres a la Universidad, me ponía nerviosa pensando en la voz de tu secretaria preguntándome a quién buscaba y quién era yo. ¿Quién soy yo?¿Soy Lo? ¿Lola? ¿el nombre que aparece en mi carnet de identidad?, dudaba que si me presentaba como Lo, Lola, no cayeras en quién habría detrás del teléfono y que si decía mi nombre real quería pensar que las fibras musculares de tu estómago se iban a contraer, aunque fuese ligeramente, pensando en la posibilidad remota de que fuera yo realmente. Decidí en mi imaginación que iba a ser una estudiante más en busca de un proyecto de investigación más, no sabía qué inventarme y mucho menos qué iba a decirte, pero empecé a sudar y a tener palpitaciones, como si la última vez que nos vimos no hubiese ocurrido y aún fueras el que recordaba paseando por Montjuic. Mientras imaginaba la excusa que iba a buscar se abrió la puerta del garaje y la falta de cobertura ayudó a esfumar esa idea.
No es la primera vez que te busco en mi memoria y fuera de ella, releo los correos, las historias, intento recordar las que se han perdido en la red.
Sólo espero que hayas conseguido sonreír, sin banalidad, con calidez, ojalá haya más de una carcajada, más de una caricia que te erice la espalda.
(Vuelve la música disco)
miércoles, 24 de octubre de 2012
That must have been misunderstood.
Lo siento.
Sé que te he tenido que confundir, ahora me doy cuenta.
Pero hay muchas cosas que cambiaron hace ya mucho tiempo.
Y yo me he dejado llevar demasiado por la literatura.
Y acabará por destruirte, si no le pongo remedio.
Intentaré no llevar frases de más, sin retóricas.
Ser sincera, aunque duela.
Hasta mañana.
Sé que te he tenido que confundir, ahora me doy cuenta.
Pero hay muchas cosas que cambiaron hace ya mucho tiempo.
Y yo me he dejado llevar demasiado por la literatura.
Y acabará por destruirte, si no le pongo remedio.
Intentaré no llevar frases de más, sin retóricas.
Ser sincera, aunque duela.
Hasta mañana.
domingo, 21 de octubre de 2012
Cuando no dices nada.
Minuto a minuto.
Mi mente viaja a lo largo y ancho del infinito.
Traza las redes a base de espidroína tóxica para la mente.
Imagina, dibuja, intuye, se miente, se lo cree, crea y se destruye.
Porque las posibilidades sobre lo que pasa al otro lado son infinitas, inesperadas, impredecibles, ...
Minuto a minuto.
Mi mente viaja a lo largo y ancho del infinito.
Traza las redes a base de espidroína tóxica para la mente.
Imagina, dibuja, intuye, se miente, se lo cree, crea y se destruye.
Porque las posibilidades sobre lo que pasa al otro lado son infinitas, inesperadas, impredecibles, ...
Hay gente que no te conoce, que se va a casa, que sigue con su vida y no lo sabe, gente que te cambia un poco la vida. Gente que te empuja, hacia lo bueno que hay en respirar una vez más.
Esos peones que deambulan, con los que te atreves a preguntar qué están leyendo de vuelta a casa y acaban llegándote dentro, tocando con sus palabras un punto de luz que tienes en algún sitio olvidado, y centellea, de pronto, sigues tu camino a casa pero ya no eres la misma persona que se montó en el metro, quizá has encontrado sin saberlo un motivo más.
Esos peones que deambulan, con los que te atreves a preguntar qué están leyendo de vuelta a casa y acaban llegándote dentro, tocando con sus palabras un punto de luz que tienes en algún sitio olvidado, y centellea, de pronto, sigues tu camino a casa pero ya no eres la misma persona que se montó en el metro, quizá has encontrado sin saberlo un motivo más.
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